«A mi hija Alejandra, gracias hija por inspirarme esta historia. Se lo dedico a mi hijo Nicolás, porque ojalá nunca me hubiera inspirado esta historia.»
Estas son las palabras que Pedro Solís, ganador del Goya al mejor cortometraje de animación, les dedicaba a sus hijos, los protagonistas de esta historia.
Esta conmovedora historia nos muestra muchos valores como son la amistad, la inclusión escolar, la vocación y el amor. Podemos observar como una niña se entrega a un niño discapacitado que llega nuevo a clase. Ésta lo ayuda, juega con él y aplaude sus progresos. Se siente feliz con él, hasta que una mala noticia la entristece para siempre. Esto marcará tanta huella en ella que decide ser profesora sin olvidarse ni un momento de este niño al que recuerda cada día con una cuerda atada en la mano.
Espero que os guste esta preciosa historia tanto como a mi. ¡Un saludo!